La evidencia sugiere que el liderazgo emocionalmente inteligente es vital para crear un buen clima laboral y motivar a los empleados y empleadas para que den lo mejor de sí. El liderazgo se puede interpretar desde dos perspectivas, cuya unión resulta muy provechosa para el engranaje organizacional: como cualidad personal del líder y como función dentro de la empresa.
Ingredientes del liderazgo como cualidad personal:
- Visión: tiene una idea clara sobre lo que quiere hacer y la fuerza para persistir a los contratiempos, e incluso a los fracasos.
- Pasión: por su profesión, vocación, acción.
- Integridad: conoce sus fortalezas y debilidades, actúa de acuerdo con sus principios y ha aprendido, por experiencia, cómo aprender y trabajar con los/as demás.
- Confianza: confía y se gana la confianza de otras personas.
- Curiosidad: se cuestiona muchas cosas y desea ampliar sus conocimientos al máximo.
- Osadía: está dispuesto/a correr riesgos y experimentar.
Ingredientes del liderazgo como función dentro de la empresa:
- Visión de futuro: mantiene la vista en el horizonte.
- Dominio de los cambios: regula la velocidad, dirección y ritmo del cambio en la organización, de forma que su crecimiento y evolución concuerda con el ritmo externo de los acontecimientos.
- Diseño de la organización: es un/a constructor/a en la institución, cuyo único legado es una organización capaz de triunfar al cumplir sus predicciones.
- Aprendizaje anticipado: se compromete con promover el aprendizaje organizativo.
- Iniciativa: tiene habilidad para hacer que las cosas sucedan.
- Dominio de la interdependencia: inspira a otros y otras a tener ideas y a confiar entre sí, a comunicarse bien y frecuentemente, y a buscar soluciones colaborativas a los problemas.