Tanto el exceso como el déficit de cuidados indican lo mismo. Ambas conductas se generan desde el miedo y una creencia en que «no somos suficiente».

Al no reconocernos, no podemos querernos, y esa carencia se manifiesta en dos extremos:

  1. Descuidando mi aspecto para poner de manifiesto el odio hacia mí misma.
  2. Extremando los cuidados para no ver ese odio y vestirlo con un «falso amor».

Esta situación aparece mucho en terapia y el indicador casi siempre es el mismo: me ofende la gente que descuida su cuerpo o me ofende la gente que se cuida en exceso.

Como los cuidados son para compensar algo que creo necesitar, nunca son suficientes y acrecientan mi sensación de vacío, por lo que se genera una adicción. Nunca me lleno, entonces sigo sintiéndome incompleta haga lo que haga.

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